viernes, agosto 7

electricityescape

son cientas de luces las que se elevan por el borde del techo; apenas se pueden divisar porque su tamaño es minúsculo, casi como pequeñas luciérnagas compitiendo por llegar a un farol en el que no van a encontrar nada agradable, solo sentir la electricidad corriendo por sus pequeños cuerpecitos; pero son insectos, no siente nada. cierto?, piensa Fernanda, cuya edad no es suficiente para mandarse semejantes analogías sobre la vida y la muerte (porque tal vez la muerte te llegue como la electricidad, o porque sos un estúpido que metió los dedos en el enchufe o porque descuidadamente algo que la conducía tuvo contacto con tu persona). pero no nos vayamos de tema, porque a Fernanda no le gusta saltearse los pasos de una conversación, porque así no son las charlas civilizadas tales como se las enseñaron (aunque no sé quién le dijo que su interlocutor era civilizado). las luces se van tornando de colores, rojo, verde, amarillo... no es Navidad, ni año nuevo, pero a la familia de esta chica les gusta tener las lucecitas colgadas durante toooodo el año, de Diciembre a Diciembre, vaya uno a saber por qué, tampoco nos lo preguntemos demasiado (después de todo son gente civilizada). Fernanda es normal o al menos ella cree que lo es, pero mientras intenta demostrar su cordura, más se ahonda en sus pensamientos sobre las luciérnagas que no son luciérnagas, que van a morir achicharradas por el poder de la electricidad. no sufren, porque no sienten nada, cierto?. la pregunta salió como un silbidito de su boca, entonces tuve que pedirle que lo repita, aunque ya la había escuchado, se lo rogaba por pura malicia (es humano). repitió todo como si le produjese un gran dolor, y mi mente viciosa entendió que no era necesario hacerla sufrir. no sé si sienten algo, supongo que si, no son humanos, pero son insectos y tienen vida... sino no mueren. tal vez tenga que explicarles como se ve el rostro de Fernanda cuando frunce el ceño; no sé como se llaman esos perros que tienen muchos plieges de piel (lo expliqué de la manera más absurda, pero no soy zoologo); la comparación es brillante, porque refleja exactamente como se ve la parte superior de la frente de Fernanda cuando se indigna, como un pequeño perro acordeón. pero entonces son idiotas, por que van hacia la luz?. se me ocurrieron miles de millones de estupideces filosóficas para decirle (incluyendo el chiste fácil de que 'por eso a los hombres nos dicen que no sigamos la luz', pero figurenselo en un tono serio de profesor universatario). mi respuesta fue levantar mis hombros al mismo tiempo, dándole a entender que era completamente ignorante, aunque no lo era y no me lo considero. hay que salvar a las luciérnagas!, gritó totalmente desconcertada. no puedo negar que me sorprendió un poco, tal vez me hubiese parecido un gesto tierno de una niña pequeña, pero no de alguien que ya está entrando en la adultez... considerando que no existían las famosas luciérnagas. Fernanda no paraba de mirar el techo mientras su cuerpo tendía en un gran sillón, pero no parecía estar recostada, sino que apenas se apoyaba, y era completamente desesperante. de repente su cuerpo se irgió y deslizo sus piernas hacia un taburete que daba al borde del techo. me dieron muchas ganas de gritarle que no siga la luz.

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